lunes, 8 de noviembre de 2010

Cappa dejó de ser el técnico de River en la previa del superclásico

Había hablado en este blog de la necesidad de proyectos a largo plazo. De la importancia del sistema táctico en el armado de ese proyecto. Una vez más, la máquina de picar carne dejó sin trabajo a un DT. Ángel Cappa dejó de ser el entrenador de River y ya se perfila el tolo Gallego como reemplazante.

 
Desde aquí, quedó claro, siempre se trata de bancar a los entrenadores. En esta oportunidad, Cappa hizo todo lo posible por hacer muy difícil su defensa. Es verdad que no tuvo tiempo de trabajo (sólo dirigió 16 fechas y aparece por encima de Reinaldo Merlo que con 15 es el DT que menos tiempo duró en el club) y que sacó el 50% de los puntos que disputó. No es malo sacar el 50%, pero River necesita más. Sobre todo desde que está sumergido en el fondo de la tabla de promedios.

Tácticamente utilizó varios sistemas. Hay muchos que no son partidarios de los números telefónicos pero es la mejor manera de ilustrar todas las pruebas que hizo Cappa con este plantel. Jugó con 4-4-2, 4-3-1-2, 4-2-3-1 y 4-3-2-1. Además de las variantes que lógicamente se vieron durante los partidos. Con ninguna logró que el equipo funcione. Probó con Almeyda y Acevedo como doble cinco. Con Almeyda solo en el medio acompañado por Affranchino en la derecha y Pereyra en la izquierda. Adelante, Buonanotte jugó por afuera, por el medio como enganche, cómo segunda punta. Muchos cambios de un partido para otro.

Lanzini apareció en la pretemporada y jugó varios minutos hasta su lesión contra Vélez. Ahí entró en escena Lamela. El juvenil ilusionó pero Cappa lo sacó en partidos en los que estaba jugando bien y el pibe se fue desinflando. Lo mejor lo hizo como volante por izquierda, desequilibrante en el mano a mano. Pero ahora Lanzini se recuperó y Lamela volvió a perder peso, algo que no encontró justificación. Lo mismo pasó con Ferrero, pero el ex Colón salió por bajo rendimiento y debió regresar cuando en DT se dio cuenta de que la defensa estaba tan mal o peor con Adalberto Román, que ingresó en su lugar. Otro cambio que tampoco quedó claro.

La historia con Ortega es simple. El jujeño sólo puede jugar de enganche y aunque será ídolo eterno para la gente de River, su magia se va apagando de a poco. Por eso, Cappa pareció manosearlo demasiado. De titular al banco. Del banco a la cancha en el entretiempo de un partido. De nuevo titular y de nuevo afuera. Así es difícil que un jugador como Ortega se mantenga motivado. Sobre todo cuando el entrenador lo saca y lo debe poner en el descanso para solucionar la falta de juego del equipo.

La constante rotación de nombres y de sistema hizo que Ángel Cappa no encuentre nunca el equipo. Y aunque en este caso es difícil de defender, hay que reconocer que los jugadores de River no hicieron nada por darle una mano. Se encargaron de jugar lo peor posible y por momentos parecieron ser el equipo más inocente del fútbol argentino. Eso es lo salva a Cappa del fracaso total.

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